Cuando una Estrella cae, la noche aprende a brillar: La vida de Adela y la verdad de su libro

‘La historia de una estrella caída’, una obra de superación personal y autoayuda de María Adela Moya Salas, no es solo una narración: es un pulso contra la oscuridad, una herida convertida en palabra y una invitación a mirar la vida con la honestidad de quien ya no teme a su propio pasado. La protagonista, ha vivido lo que muchas callan: abandono, violencia, hambre, pérdidas y renacimientos

 

Por Ehab Soltan

HoyLunes – A los 33 años, María Adela Moya Salas decidió cambiar su destino. Dejó Melilla y llegó a Madrid con lo justo: una maleta, su vocación sanitaria y un miedo que no se menciona en voz alta. La capital la moldeó. La hizo fuerte. La obligó a conocerse de nuevo. Allí descubrió otra verdad silenciosa: no todas las heridas se curan en los hospitales. Algunas solo sanan cuando son escritas.

A los 48, ya instalada en Salamanca, su vida empezó a tener otra cadencia. Las calles que exudan el aroma de la historia., la calma de la ciudad universitaria, la rutina de cuidar a otros, y las noches de lectura y escritura se convirtieron en su hogar interior. Fue allí donde comprendió que la Estrella ya no era solo un personaje: era ella. Era su historia. Era su manera de sobrevivir.

Antes de que existiera el libro, existía el silencio. Un silencio lleno de escenas que nadie veía: una niña que esperaba, una adolescente que temblaba, una mujer joven que huía para salvarse. Ese silencio duró años. Pero el silencio no fue eterno. Hubo un día en que la vida le exigió una decisión: seguir cayendo o empezar a contarlo.

En el Barrio de los Pescadores, donde la vida siempre parece estar oliendo a sal y a espera, nació la Estrella. Su infancia fue un terreno hostil: abandono materno, abusos, soledad.

No tuvo quien la sostuviera. No tuvo la voz que toda niña merece escuchar: “Estás a salvo”. Con los años, buscó amor en lugares donde solo encontró heridas. Se enamoró para sobrevivir, se aferró para no desaparecer, se calló para no empeorar las cosas. Pero la violencia no negocia: avanza.

La Estrella cayó tantas veces que cualquiera habría pensado que no volvería a levantarse. Pero un día llegaron Luna y Sol. Dos hijas. Dos faros. Dos razones para no rendirse.

La maternidad, en esta historia, no es un refugio dulce: es un campo de batalla emocional donde la protagonista aprende a ser luz para otras, incluso cuando ella misma está envuelta en sombras.

Lo que cae no siempre muere; a veces se transforma.

‘La historia de una estrella caída’ (Editorial LetraMe, 2025), es mucho más que un libro de 98 páginas. Es un acto de valentía. Una mujer que cuenta una infancia marcada por abusos. Una madre que lucha en juicios de custodia. Una trabajadora que atraviesa días con hambre para que sus hijas no lo sientan. Una superviviente que escribe sin adornos, sin filtros, sin miedo.

El libro no embellece la oscuridad. La muestra. La nombra. La enfrenta.
Por eso conmueve.
Por eso duele.
Por eso ilumina.

Porque está escrito por alguien que no solo vivió la caída, sino que aprendió a encenderse de nuevo.

Una autora que escribe desde la verdad y la ternura, donde cada línea es una victoria personal.

Adela no se proclama heroína. No quiere flores ni aplausos. Quiere que su libro llegue a quienes lo necesitan. A quienes aún no han podido poner nombre a su dolor. A quienes creen que caer es igual a desaparecer.

Ella sabe que escribir no borra lo vivido. Pero lo ordena. Lo dignifica. Lo convierte en camino.

Hay libros que se leen. Y hay libros que nos leen. “La historia de una estrella caída” pertenece a la segunda categoría. No porque tenga un final feliz —la vida no funciona así— sino porque tiene un final verdadero: el de una mujer que sigue aquí, que sigue escribiendo, que sigue brillando, aunque el mundo intentara apagarla.

La autora quiere dejar un mensaje final:
Una estrella puede caer. Pero mientras conserve una chispa,
mientras ame, mientras escriba, siempre encontrará la manera de volver a encender el cielo.

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